Imaginarlos distintos era sinónimo de no imaginarlos cubanos.
Espontáneos, amistosos, familiares, diversos en sus caracteres e
iguales de perseverantes y firmes en sus ideales. No en balde en sus
primeras palabras a nuestro pueblo coincidieron en que tan pronto
llegaron a la Patria borraron las huellas de aquel cruel encierro.,Las inagotables ansias de escuchar sus impresiones, las agradables
imágenes de verlos abrazados a Raúl, a sus familiares, vecinos y
amigos, venían a confirmar la suposición de que aquel reencuentro
con los suyos calaría muy hondo en los corazones de los cubanos, sus
fervientes defensores durante más de tres quinquenios, amén de las
incontables muestras de solidaridad mundial.
Si por suspicacia o curiosidad propia de los que habitamos esta Isla
pensamos que la prisión habría curtido sus caracteres como para resultar
un tanto distantes a la hora del regreso, la realidad de estos días
difuminó ese presagio. Tres momentos claves: la llegada a Cuba; su
recibimiento en la Asamblea Nacional, y esa misma noche de sábado
verlos expresar su entera cubanía y alborozo junto a Silvio Rodríguez y
el pueblo en el estadio Latinoamericano, ya son lienzos imborrables
de cuánta sencillez e hidalguía expresan esos hombres.Los Cinco han asegurado que continuarán defendiendo a su pueblo, que
aprendió a respetar su inquebrantable voluntad. Ese pueblo los disfrutó
cuando subieron a la tribuna para entonar cantos junto al juglar, y los
lleva muy hondo en el corazón, cual estampa de luz y verdad, confiado en
el futuro.
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