Como una excelente oportunidad para conocer por qué Ernest Hemingway se enamoró de Cuba, catalogó Julián González, ministro de Cultura, al XV Coloquio Internacional que lleva el nombre del autor de El Viejo y el Mar, cita de probado nivel académico que comenzó sus sesiones ayer, con la presencia de investigadores y seguidores de la vida y obra del genial escritor.
El titular comentó a la prensa acerca del número de estudiosos norteamericanos que asisten a cada edición del evento y cómo su interés por la vida del Premio Nobel de Literatura también les acerca a la vida social y cultural de la Isla.
Lo que enamoró a Hemingway de nuestro país, señaló, fueron las características del pueblo, porque “él era enemigo de las formalidades y aquí encontró un marco adecuado para hacer su obra, sin el protocolo habitual de otra gran capital. Esa frescura se multiplica en el nivel cultural de nuestra gente, en la manera con que aprecian las artes en general y la literatura en particular”.
Una gran oportunidad, dijo González, que va a tener una magnitud cada vez mayor en la medida que vayan mejorando las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, sobre todo cuando quede eliminado el bloqueo.
Siguiendo esta línea resaltó el papel de Hemingway como puente entre las dos culturas, “hoy más que nunca porque de poder los norteamericanos viajar a la Isla libremente, un gran incentivo podría ser descubrir qué encontró aquí el escritor, qué vio en nuestra gente que le hizo establecerse acá y adoptar a Cuba como una segunda patria”.
La jornada inaugural del coloquio arrancó con un homenaje a René Villareal, el mayordomo de Ernest Hemingway en Finca Vigía, y a quien el reconocido autor llamara su hijo cubano.
Villareal fue el hombre de confianza del afamado escritor durante 14 años, aunque su relación con él data de mucho antes, de su niñez, cuando en 1939 el también ganador del Premio Pulitzer rentó la propiedad porque en ella encontró la tranquilidad para escribir.
Nunca podré olvidar durante mis años de estudiante la obra de este hombre que encontró n el mar una vida y en las campañas el llamado del hombre al amor