martes, 17 de marzo de 2015

Ida , una película premiada

Me gusto encontrar este articulo y lo retomo para mí
Sorprendente Ida. Tan solo una hora y veinte mi­nutos de metraje en blanco y negro para fijar la convicción de que al cine le queda mucho por de­cir, siempre y cuando se sacuda de los estereotipos a los que la gran industria lo condena.
La cinta polaca arrasó con los premios euro­peos y finalmente se alzó con el Oscar a la mejor película extranjera de este año. Su director, Pawel Paw­li­ko­v­ski, recurrió a una estética de los sesenta (Waj­da, Bergman, Bresson, Godard) no por mero afán retro, sino porque a principios de esa década tienen lugar los acontecimientos que cuenta con un fuerte impacto emocional.
Ida narra las peripecias de dos mujeres en busca de una verdad, pero al mismo tiempo es un despliegue de interrogantes hacia el pasado de Po­lonia.
Y al figurar en esa mirada exploratoria temas tan candentes como la represión de los judíos y la posterior incorporación de estos a la sociedad una vez finaliza la Segunda Guerra Mundial, el colaboracionismo y la inmediata implantación de un ré­gimen social condicionado por el estalinismo, el fil­me ha levantado polémicas en Polonia por parte de sectores que le achacan miradas demasiado par­ciales y necesitadas de concreción histórica, en­tre ellas el hecho de no enfatizar que uno de sus conflictos (el asesinato de una familia campesina judía por parte de un polaco que ambiciona sus tierras) tiene lugar durante la ocupación hitleriana.
El director se ha defendido alegando que no quiso hacer una película política, y lo cierto es que si hubiera filmado con subrayados históricos y aclaraciones de diversas índole, Ida no hubiera si­do la obra redonda que es, a partir de una estética de la soledad magistralmente retratada en su  formato en blanco y negro y pantalla con las mismas dimensiones (casi cuadrada) que solíamos apreciar en los años sesenta.
Dos mujeres en busca de la verdad, una mu­chacha de 18 años a punto de convertirse en mon­ja, y su tía, a quien debe visitar ante de tomar los votos. La muchacha se crió en un convento y la tía, vieja funcionaria sin el lustre que la hizo trascender en otros tiempos, se refugia en el alcohol y en el sexo, aunque sin perder una cierta galanura de mujer que ha sabido aprovechar los placeres de la vida.
Espiritualidad y fe entonces frente al materialismo vulgar. La novicia sabrá por su tía que es judía, descubrirá el mundo por unas cuantas horas, más allá de las paredes del convento, y emprenderá un viaje a las raíces al tratar de descubrir que pasó con sus padres.
No muchos diálogos, primeros planos hechos para grandes actrices como Agata Trzebuchowska y Agata Kulesza y mínimos elementos en función de crear una obra que, con polémica y todo, es mag­nífica.

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