No
siempre evocar supone la redención absoluta de cuanto se esconde en nuestro
pasado. En el recuento quedan atrás batallas enormes, hombres inmensos… Pedazos
de la Historia tirados al olvido, a la espera del recuerdo. En ese espacio de
resignación habitan héroes no tan conocidos, casi ausentes en periódicos y
libros. Allí hemos encontrado a José Guillermo Moncada Veranes,
el nieto de la esclava Juana Alberta, un despojo de África; el hijo de María
Dominga Trinidad, negra libre, madre y padre a la vez, porque nunca quiso
Narciso Veranes reconocer a su cría. De singular fibra se compone la grandeza
del guerrero, del mambí de las tres gestas libradas en Cuba
durante el siglo XIX.. Este Gigante de Ébano que se echó al monte con un
grupo de compañeros cuando Carlos Manuel de Céspedes lanzó el grito de
independencia en octubre de 1868, participó en todas las acciones importantes
de la Guerra Grande y estuvo junto a Antonio Maceo en la Protesta de Baraguá,
una década más tarde. Volvió a la lucha en la Guerra Chiquita y en 1895 fue
seleccionado por José Martí para encabezar el alzamiento en la región de
Oriente, pero Guillermón, minado por la tuberculosis, decidió entregar el mando
y poco después falleció en el sitio conocido como Joturito. Jamás nadie juzgó
el compromiso de Moncada con la Revolución, quien enfrentado al traidor Miguel
Pérez y Céspedes, legó una prueba de dignidad. A su paso por la manigua,
halló el santiaguero un papel del jefe español, donde precisaba: "Mambí:
No está lejos el día en que pueda, sobre el campo de la lucha, bañado por tu
sangre, izar la bandera española sobre las trizas de la bandera cubana".
Sin vacilar, escribió Guillermón al dorso: "Enemigo: Por dicha mía se
aproxima la hora en que mediremos nuestras armas. No me jacto de nada; pero te
prometo que mi brazo de negro y mi corazón de cubano tienen fe en la victoria.
Y siento que un hermano extraviado me brinde la oportunidad de quitar el filo a
mi machete. Mas, porque Cuba sea libre, hasta el mismo mal es bien". cárcel
lo retuvo hasta el 1ro. de junio de 1894. En esa fecha trascendían los
preparativos para el inicio de la Guerra
Necesaria. Juan Gualberto Gómez le
consultaba si el 24 de febrero de 1895 debía ocurrir el levantamiento. La
respuesta fue afirmativa. Dos días antes, el monte volvía a ser su casa. Sin
embargo, la salud estableció límites al ímpetu.Enfermo peleaba. "A la
prisión entró Guillermo sano, y salió de ella delgado, caído, echando sangre en
cuajos a cada tos", relató Martí, al escuchar la nostálgica
confesión del hermano, Narciso Moncada. Ni siquiera dos meses duró en la nueva
campaña por la libertad. La tuberculosis le comió las entrañas, le robó el
sueño. El 5 de abril de 1895, murió .A
manera de remembranza, el general Enrique Collazo posteriormente
narraba: "Guillermo Moncada, en Cuba, poco podía hacer, era un moribundo
que venía en cumplimiento de su palabra, y guiado por su patriotismo a morir a
la sombra de su bandera".
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