Ha muerto
Nelson Mandela, líder indiscutible de Sudáfrica, el hombre que dedicó
su vida al pueblo y alimentó el ideal de una sociedad libre sin la
dominación blanca.
Por 27
años trataron de apagar su rebeldía y solo consiguieron encender la
llama que lo haría luchar por siempre en busca de la dignidad humana
para los africanos.
Ha muerto
Madiba, el jefe, el amigo entrañable de Oliver Tambo, su compañero de
prisión, juntos cerraron puños contra la injusticia y nunca más los
abrieron.
Llegó a
la fría celda erguido y corpulento, salió encorvado y con pelo cano,
pero forjado por el acero de quienes luchan por un ideal.
No ha
existido en su tiempo un hombre político tan admirado por su resistencia
y tenacidad. Ha muerto Mandela serenamente, callado, con la misma
firmeza con que enfrentó a sus carceleros.
El mundo
llora su desaparición física, pero hombres y mujeres del planeta estamos
convencidos de que con la muerte no acaba la historia y eso es Nelson
Mandela, la historia de una nación sufrida que vivió del látigo y el
cepo.
No
lloremos, en su paso por la vida sembró el amor y cuando el amor se hace
sobre la historia de la vida no se muere, se renace en cada flor, en
cada amanecer.
Hoy
Sudáfrica pierde a su líder, pero la historia que les dejó es su mejor
legado y esa vivirá por los siglos en cada hombre, ya sea negro o blanco
que luche por su libertad. Demos todos con los puños en alto un VIVA
POR MADIBA.
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